Por el bien de nuestra juventud: es necesaria una reorientación urgente del deporte de competición

19.07.2023

Un llamamiento apasionado para proteger a nuestra juventud de los efectos nocivos de los deportes de competición actuales

Es hora de que nos unamos como raza humana y actuemos con razón y compasión para proteger a nuestros niños y jóvenes de las devastadoras consecuencias de un deporte de competición que va en contra de la naturaleza humana. Es hora de que alcemos la voz de la razón y nos preguntemos qué valores y mensajes queremos transmitir a nuestra creciente generación.

Protejamos a nuestros jóvenes de las devastadoras consecuencias del deporte orientado al rendimiento ejerciendo el sentido común y la compasión.

En un mundo que ya se caracteriza por suficiente violencia y conflictos, nos enfrentamos a una competencia implacable que consiste en ganar a toda costa. Pero, ¿dónde está el verdadero respeto por los perdedores? ¿Dónde está el reconocimiento de la actuación de cada individuo, independientemente del resultado? Hemos olvidado que el deporte no es sólo una batalla contra los demás, sino sobre todo una batalla interior, un reto para superarse a uno mismo.

La colaboración y el espíritu de equipo se sacrifican en favor de la rivalidad y el egoísmo. Incluso en el mundo empresarial se reconoce el valor de la cooperación, mientras que en el deporte de competición la atención se centra exclusivamente en el éxito individual. Pero, ¿qué ocurre con los valores del juego limpio, la solidaridad y la unión? Es hora de que desviemos nuestra atención de la destrucción del compañerismo y la dirijamos hacia una competición sana y cooperativa.

Competencia a toda costa: se está olvidando el verdadero respeto por los perdedores y el reconocimiento del rendimiento individual.

Vemos cómo la antigua búsqueda de marcas personales se ha convertido en una rivalidad envidiosa. Los jóvenes deportistas se ven presionados a obtener un reconocimiento dudoso para estar a la altura de las expectativas de los demás. Pero estas expectativas suelen estar impulsadas por la codicia y les hacen perder el alma y la conciencia. La explotación sistemática de la salud pública para maximizar los beneficios personales es un triste testimonio de las aberraciones de nuestra sociedad.

Los medios de comunicación también son responsables porque alimentan este doble rasero. Celebran los éxitos de los atletas mientras ignoran el lado más oscuro del deporte de competición. Con el pretexto hipócrita de destacar los aspectos positivos del deporte, ignoran las consecuencias sanitarias y éticas. Sin embargo, existen numerosas oportunidades fuera del deporte de competición que permiten a los jóvenes desarrollar una personalidad integral.

La asociación y el espíritu de equipo se están sacrificando en favor de la búsqueda egoísta del éxito individual. Es hora de centrarse en el juego limpio, la solidaridad y la unión.

Es hora de que nos hagamos la pregunta: ¿Son estos los modelos de conducta que queremos dar a nuestros jóvenes? ¿Deben aprender que el éxito a cualquier precio cuenta, aunque sea a costa de su propia salud y de su futuro? Debemos actuar con urgencia antes de que sea demasiado tarde. Hay que crear ya servicios de emergencia para proteger a los deportistas menores de edad de la violencia sexual, psicológica y física. ¿Es ésta realmente la realidad que queremos aceptar?

Debemos poner fin a los supuestos héroes del deporte de competición y dejar de promover sus maquinaciones mediante ayudas económicas. En su lugar, el dinero debe canalizarse hacia el deporte de base para dar al mayor número posible de jóvenes la oportunidad de participar en el deporte y aprender valores saludables como el espíritu de equipo, el respeto y el juego limpio. Trabajemos juntos para garantizar que sólo los entrenadores y cuidadores con integridad moral tengan acceso a nuestros niños y jóvenes, porque no podemos luchar solos contra las sofisticadas estrategias de los perpetradores.

Los lados oscuros del deporte de competición son ignorados por los medios de comunicación, mientras que el desarrollo personal holístico es posible fuera de él.

Por lo tanto, por todos los medios Actuar juntosantes de que el daño se agrave aún más. Redefinamos el deporte de competición y pongamos en el centro las necesidades y el bienestar de nuestros jóvenes. Utilicemos el dinero y los recursos sabiamente para darles un futuro positivo y saludable. Nuestros jóvenes merecen tener modelos de conducta que ejemplifiquen valores como la equidad, el respeto y el desarrollo personal. Juntos, podemos propiciar el cambio y hacer del deporte de competición lo que debe ser: una fuente de alegría, unión y realización individual.
Sinceramente
Su ingeniero Dieter Karl Artur Paul
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